top of page

Por lo que viene, este último día del año.

Último día del año. Lo logré, no me morí, sobreviví a mis pensamientos y sigo aquí.


Todavía tengo muy presentes mis últimos días del 2023, como si hubieran sido la semana pasada. Puedo sentirlo todo como si siguiera ahí. Y sabiendo que mis últimos dos años no habían traído más que cosas buenas, con sus debidos altibajos, tuve la soberbia de creer que este año sería igual o mejor. Por supuesto, me equivoqué.


Pasar la Navidad del 2022 con mi familia en Mexicali no fue placentero. Yo imagino que todos tenemos esos familiares que creen saberlo todo, que quieren opinar sobre las decisiones que tomas y decirte por qué estás mal y qué debiste haber hecho para hacerlo mejor, sin tener todo el contexto. Me gusta pensar que todos los tenemos porque entonces todos los entendemos. No creo tener la razón ni estar bien en muchas de las decisiones o acciones que tomo, pero solo yo conozco todo el trasfondo, solo yo sé lo que hay detrás de cada elección y solo yo puedo decidir qué hacer o cómo actuar. Es mi vida. Yo decido y si la cago, que muy probablemente lo voy a hacer entonces aprendo. Pero escuchar opiniones de personas que si, amo con todo mi ser, pero no dejan de ser opiniones desacertadas y desinformadas me saca de quicio. Así que, para cuidar mi paz mental, tomé mi mochila y el 25 de diciembre a las seis de la tarde ya estaba de regreso en mi departamento en Ensenada.


Usualmente, cuando me siento triste, prefiero pasarlo sola. No considero que me aíslo, simplemente me gusta deshilar lo que siento en silencio, sin estímulos ni comentarios del exterior. Por esto, decidí recibir el año nuevo 2023 sola. Los pocos amigos que tengo en Ensenada me invitaron a pasarlo con ellos, pero pasar un Año Nuevo sola era algo que tenía años queriendo hacer y nunca se había prestado la oportunidad. Hice cena, me arreglé para mí y me senté en el comedor a comer sola, en silencio, a reflexionar y llorar. Sí, fue un llanto de tristeza, pero fue liberador. A las doce encendí velas, abracé a mi perra Maya María y lo único que me propuse fue pasar una mejor Navidad y Año Nuevo el siguiente año. A las 12:20 ya estábamos acostadas en cama después de habernos lavado la cara y los dientes.


¿Volvería a pasar un Año Nuevo sola? Por supuesto que sí, pero por el gusto de pasarlo sola, no por huir de situaciones incómodas y siempre acompañada de la Maya María.


Gato disfrutando mi cama
Gato

El 2023 fue un excelente año, principalmente porque no me propuse nada que no pudiera cumplir. Lo inicié haciendo algo que jamás pensé que haría en mi vida: adopté un gato y lo llamé Gato. Lo terminé cumpliendo mi propósito. Aprovechando que tenía dos amigas viviendo en la Riviera Nayarit y no tenía que pagar estancia, compré un vuelo redondo a Puerto Vallarta para pasar las fiestas allá.


El 24 de diciembre del 2023, por la tarde, volé de Tijuana y llegué al aeropuerto de Vallarta a las ocho de la noche, donde mi amiga Vero ya me estaba esperando. Salimos a cenar, solo ella y yo. Terminando la cena nos fuimos a caminar por el malecón, sin la expectativa de tener que pasarla bien a huevo, sin presión de hacer algo forzosamente. Simplemente caminamos, platicamos y ya. La Navidad la pasamos durmiendo y comiendo tenders de pollo. No salimos, no nos bañamos.


El 27 de diciembre, Vero se fue a León para recibir el Año Nuevo 2024 con su hermana y yo tomé un autobús a Sayulita para pasarlo con Camila, una amiga que Playa del Carmen me dio.


En Sayulita conocí a muchas personas increíbles y una lección de vida, pero eso lo hablaré después porque es otro tema que no tiene lugar aquí. No fue la fiesta más divertida, todavía no me ha llegado el Año Nuevo en el que pueda decir "wow, qué bien la pasé", pero fue mejor que muchos otros en definitiva.


Regresé a mi vida el 3 de enero del 2024, cansada pero feliz y decidida a llevar a cabo muchos planes. Quería hacer cambios, vivir al máximo este nuevo año, pero la vida tenía otros planes para mí.


No fue un mal año, solo un año lleno de aprendizaje (demasiado aprendizaje) y crecimiento que vino con sus debidos golpes, porque en esta vida no se aprende a las buenas. Los primeros seis meses fueron tan caóticos que, para junio, me quería morir. Pero morir en serio. Sentí miedo. Miedo porque, por primera vez, me sentía capaz de hacer caso a esos pensamientos. No era la primera vez que los tenía, pero sí era la primera vez que me convencían. Esa noche de junio le hablé a Linnet, mi psicóloga, y le dije que, después de años de que ella lo hubiera sugerido, estaba lista para ir al psiquiatra, porque esta vez ya no podía controlarlo.


Sabía que no podía estar sola. Sabía que, de estarlo, iba a hacer algo. Así que, después de hablar con Linnet, hablé con la Mary, mi mamá, y no le di detalles, pero le dije que ya no podía. Que estaba cansada. Cansada de intentar mantener un equilibrio entre la escuela y el trabajo, de mantenerme a flote, de sobrevivir, de intentar. Me respondió con un "Regrésate, aquí tienes tu casa". Y eso hice.


La verdad es que ya tenía meses sintiéndome así, como si ya no pudiera más, pero no decía nada porque sabía que la solución era dar un paso atrás. Siempre he tenido la opción de regresar a casa de mi mamá, y no me negaba porque no pudiera vivir con la Mary. La dinámica en mi casa no es común, pero funciona tan bien que, en realidad, podría vivir con ella toda la vida. Pero ese no era el problema. El problema era que, después de años de haber vivido sola, de ser un adulto independiente, ¿cómo iba a regresar a casa de mi mamá? Se sentía como un completo fracaso.


Pero esa noche, al ponerlo todo sobre la balanza, me pareció mejor el fracaso de regresar a vivir con tu mamá a los 33 que hacer algo de lo que pudiera arrepentirme desde el limbo o en otra vida.


La mudanza no fue fácil y, en todo ese proceso, Gato se escapó. Hice de todo. Lo busqué día y noche, hablé con otros gatos para que le dijeran que volviera, saqué su cama y su arenero para que oliera su espacio. Me dijeron que iba a volver, que los gatos siempre vuelven, que no le pasaría nada porque saben sobrevivir en la calle. Pero yo dudaba que Gato pudiera hacerlo. Estaba acostumbrado a tomar agua de garrafón y a comer sobres todos los días. Lo encontraron. Cuatro días después de que llegué a Mexicali, el 1 de agosto, un amigo me habló para decirme que lo había encontrado. Pero ya había muerto.


Gato
Lo voy a extrañar siempre

Estuvo 12 días perdido y lo único que me consoló fue que no me quedé con la duda de que la pasó y que pude quedarme con sus cenizas con la ayuda de lo que llame SEMEFO animal. Eternal Rest, un servicio de cremación en Ensenada, con una sola llamada y sin pedirme ningún anticipo fueron a recoger su cuerpecito que estaba a dos cuadras de donde estaba el que era mi departamento y unos días después se lo entregaron a una amiga veterinaria, Keren, que hice en mi última semana en Ensenada. La empatía que recibí de ellos, no tiene comparación.


Que manera tiene la vida de patearte cuando ya estás caído.

Y aún no me siento preparada para hablar abiertamente de absolutamente todo lo que pasó en mi 2024, pero pronto lo haré. Pero, con todos esos golpes que la vida me dio este año, logré hacer aquello que jamás pensé que iba a lograr. Moría de miedo de morir sin haberlo hecho, pero lo hice: logré publicar mi libro. Aún no es algo grande, pero para mí es el mayor de mis logros porque era algo que veía lejano. Y, después de leer mi diario, me di cuenta de que ese era el propósito de este año, pero con tantas situaciones pasando a mi alrededor, lo había olvidado.


Mi libro titulado, Se Me Olvidó Vivir Unos Años, por fin publicado.
Se Me Olvidó Vivir Unos Años
Y ya no me quiero morir, pero ya no tengo miedo de morirme.

Porque esa fue otra situación que enfrenté: cuando ya todo parecía estar bien, solo podía pensar en qué podía salir mal. Pero, al igual que otros temas, lo hablaremos después.


Creo que este año entendí que quizás mi propósito en la vida es vivirlo todo, recibir la mayor cantidad de golpes y pasar lo aprendido a los demás para que sus golpes no duelan tanto. Para demostrar que, aunque parezca que todo se cae alrededor, aunque sientas que te estás ahogando, la vida sí sigue, y sí volvemos a respirar y ser felices.


Y vivir con mi mamá no fue un retroceso. Sí, fue un paso atrás, pero para tomar impulso y seguir adelante.



Para comprar mi libro haz click aquí:


Entradas recientes

Ver todo

2 comentários

Avaliado com 0 de 5 estrelas.
Ainda sem avaliações

Adicione uma avaliação
Convidado:
07 de fev.
Avaliado com 5 de 5 estrelas.

lamnentablementr aprendemos mejor de lo malo

Curtir

Convidado:
06 de fev.
Avaliado com 5 de 5 estrelas.

🖤con todo carnala


Curtir
Prometemos no mandarte mil correos 

© 2024-2025 by tuperraamiga.

bottom of page